Para
Rita: “Papá era como es el río. Impredecible. A veces está, y a veces no. A
veces era profundo y a veces podías encallar. Subía de golpe y no bajaba
durante días de su laboratorio. A veces rubia, a veces morocha. Grande o chica.
Se mueve constantemente. Es misterioso e infinito. Su ubicación es estimada. Nunca
exacta. No se sabe hasta dónde llega y tampoco sabés adónde te puede llevar. Si
al cine o a una isla perdida. A veces con cálculo exacto, a veces a la deriva.
Papá ES el río”.
Para Lili: “De chica no me gustaban las muñecas con lazos y moños. En cambio, no me iba a dormir si no me abrazaba a la escopeta de palo de escoba que me había hecho papá. Y cuando fui un poco más grande, ya me dejaba tirar perdigones con su rifle en el bosque. Una vez le dí a un jilguerito”.
Para
Isabel: “Mucho tiempo me dejaste a la deriva sobre un pajonal que parece que se
parte cada vez que hay crecida. Y sentada en la cubierta, llena de barro, coso
una vela que nunca se va a poder enroscar en el viento. Me hablas a la noche al
oído diciéndome: alguien va a llegar al empezar el verano. Me salpicas con tu
aliento”.
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